Cerrando la navidad. Cava L’Hereu y turrón Gorrotxategui

Entre los eventos que se van haciendo íntimas tradiciones el fin de semana de después de Reyes venimos juntándonos los amigotes para celebrar que hemos sobrevivido a las festividades navideñas y, por que no confesarlo, también mi propio cumpleaños de forma aplazada dado que nací con el don de la oportunidad y en su fecha no hay forma de celebrarlo con la cuadrilla.

Siempre aprovechamos, como no, para degustar alguna delicatesen basada no tanto en el precio de la adquisición sino en la novedad de la propuesta. Esto siempre pasa lo que es novedad para unos es cotidianeidad para otros. En esta ocasión probamos un cava y un turrón.

Como siempre digo, yo no soy catador y mi aportación se limita a mis impresiones y si me gusta o no el producto.

El cava era un Brut Nature de Raventós i Blanc que lleva por nombre L’Hereu. Es un cava de 8€ la botella. Suavito sin una gran acidez y no es de los que llena en boca ni deja un recuerdo persistente. Para mi gusto, esto lo hace muy válido para acompañar y no tanto para brindar.

En resumen, para probar bien pero tampoco vamos a gastar mucha gasolina buscándolo.

Lo que sí nos gustó mucho fue el turrón. Yo no conocía buenos turrones fuera del levante español pero parece ser que en Tolosa los Gorrotxategui vienen haciendo turrones desde 1680 (igual son de origen bilbaíno). El que nos centra es un turrón de a 8€ la tableta de Mandarina con Trufa Blanca.

Es turrón del blando pero no cremoso y tiene una textura en boca muy agradable. Mezcla la base dulce del turrón con el toque ácido de la mandarina de forma exquisita.

En resumen, por este sí que conviene darse una vuelta por las delicatesen cercanas porque esta realmente rico.

Sed felices

Toledo nevado el 29 de enero de 2006

Siempre espero a escribir mis felicitaciones navideñas después del sorteo de la lotería de navidad porque si al jodido gordo le hubiera dado por tocarme algo estaría escribiendo con otra inspiración completamente distinta. Tampoco conozco a nadie que le haya tocado, asique me quedaré en los tópicos.

En el hemisferio norte y por influencia posiblemente americana las navidades se relacionan con paisajes nevados.

No tengo ni idea del origen de esta asociación de ideas porque si la fiesta es de tradición cristiana, en Judea en esta época no suele nevar.

No sé si tendrán la culpa las películas de los años 50, como aquella de Bing Crosby que se llamaba White Christmas y cantaba la canción del mismo título.

Y por esta evocación peliculera voy a felicitar las fiestas a las ingentes masas de entusiastas lectores de este blog con el mismo villancico del año pasado. Claro que el año pasado mi blog era privado y muchos no lo visteis.

Como sois pocos tocáis a mucho de todos los buenos deseos que tengo para vosotros, que se resumen en uno: SED FELICES.

Acabo de leer un artículo de Louis Crandell en el que afirma que

la felicidad no existe. Tan sólo podemos aspirar a disfrutar de pocos momentos de dicha, que además suelen ser breves porque en seguida llega alguien u ocurre algo y lo jode.

Bueno, pues aparte de recomendar la lectura del artículo de referencia y la audición de la canción, os gusten o nos gusten estas celebraciones procurad de muchos de esos ratitos con mucho mazapán, mucha paz y mucho, mucho amor.

I’m easy

Era el 83 creo recordar. En el colegio mayor se ponía cine todos los viernes.En esa época no había vídeo ni mucho menos DVDs. Íbamos a las distribuidoras a alquilar las pelis y nos las daban en latas con las que luego había que componer los rollos que se proyectaban en las típicas máquinas de cine. Cada peli se montaba en tres rollos por lo que había dos descansos. Los sábados cambiábamos la película con el Nebrija y los domingos con el Cisneros con lo que cada finde teníamos tres "estrenos".

Cuando éramos novatos nos obligaban a aprender a proyectar y montar, lo que constituía la ventaja de poder hacer nuestras propias sesiones nocturnas. Eran muy célebres la reposiciones de "Casablanca" parando la proyección y discutiendo sobre tal o cual escena, pero eso es otra historia.

En una proyección de esas golfas, de madrugada, yo me incorporé con la película empezada. El título era "Nashville" y no me acuerdo muy bien del argumento. Era una obra coral de esas de muchos personajes e historias cruzadas. No he vuelto a verla. Recuerdo que me impactó una canción "I'm easy" que interpretaba el hermano de Kung Fu, Keith Carradine. No volví a escucharla en muchos años pero la tenía grabada en la cabeza y me enteré muchas cosas de la canción y su autor e intérprete. Por ejemplo que no sólo era el hermano de Kung Fu sino que también el mismo interpretó el personaje de joven Kwai Chang Caine en el episodio piloto de la serie.

La película era de Robert Altman de 1975 y esta canción no sólo me gustó a mi sino que además ganó el Oscar a la mejor canción original, lo que demuestra que el que no es muy original soy yo.

También recuerdo una película sobre Jesse James que tenía la curiosidad de que los actores eran hermanos en la ficción y en la realidad. Los Carradine hacían de los hermanos Young, los Keach hacían de los James y los Quaid hacían de los Miller. Recuerdo especialmente esta peli por los guardapolvos, las camisas y las melenas lacias de toda la banda. Me tuve que conformar con la camisa que me hizo mi madre al estilo del oeste, con la que inauguré el Covarrock, porque guardapolvos no encontré, ni hubiera tenido dinero para comprarlo y me falta altura para lucirlo, y nunca pude llevar una melena lacia porque cuando me dejaba el pelo largo más bien parecía Michael Jackson, cuando era negro.

ETA NO

El oficio de puta

En una ciudad pequeña como la mía, la presencia de una meretriz siempre resulta turbadora. Más fue el caso cuando la señorita en cuestión le dio por ubicarse debajo de una sombrilla horrorosa, hecho que ya comenté ampliamente en el plurk en junio pasado.

Afortunadamente la benemérita hizo retirar inmediatamente la sombrilla, más que por las cuestiones estéticas que nos preocupaban a los vecinos por que estaba atada a una señal de tráfico.

Aliviados por la ausencia de impacto visual empezamos a hacer a puesta de cuánto iba a durar en el puesto. Bueno eso los vecinos que no estábamos escandalizados sino entretenidos con la novedad.

Tras los cambios y dudas iniciales sobre su ubicación más efectiva, ya van 6 meses con el chiringuito montado y es un plazo mucho mayor de lo que nos podíamos imaginar. Y no sólo eso, han ampliado el negocio, en estos tiempos de crisis es de las pocas empresas que parecen prosperar. Ahora ya son tres chicas las que rotan en turnos y, a veces, se acompañan mutuamente.

Mientras duró el buen tiempo se podía considerar hasta cierto punto razonable su permanencia en el inhóspito puesto de trabajo pero ahora que llegan los fríos lo suyo tiene mucho mérito. Estar en una rotonda sin protección ni cubierta alguna a una máxima de 5º que hemos tenido hoy tiene muchos bemoles.

Alejándonos del aspecto folclórico del asunto nos surgió una pregunta clave. La de puta ¿es una profesión digna?

He defendido que la dignidad viene dada por la libre elección y la definición de la wikipedia apoya esta argumentación:

La dignidad, de ser un atributo exclusivo del ser humano, ha de descansar en su racionalidad (al menos, en un grado de racionalidad superior al del resto de los animales) y la potencialidad de ésta para hacer a la persona autora de su vida mediante la toma de decisiones (esto es: el ejercicio de su libertad) La dignidad equivale así a autonomía, como vieron ya Pico y Kant.

Por tanto, de no mediar explotación, extorsión o cualquier otro tipo de violencia, el oficio de prostituta es tan digno como cualquier otro y el rechazo mayoritario que produce su ejercicio se debe a herencias morales de nuestra cultura judeo-cristiana.

Pero esta dignidad debe venir acompañada por una regulación del ejercicio de esta profesión, como cualquier otra que tiene importantes implicaciones para la salud y con las mínimas exigencias que el decoro público exige.

Las mujeres que deciden, insisto que por voluntad propia, cobrar por el uso de su cuerpo deberían pagar impuesto de actividad, seguridad social, mutuas, IVA, etc. Deberían establecerse condiciones de salubridad y decoro de prestación del servicio, etcétera, etcétera.

Otra cosa sería determinar si el ejercicio de la actividad tiene sentido. No comprendo la limitación del acto sexual a un puro desfogue animaloide obviando toda la parafernalia de coqueteo y seducción que tiene una relación afectiva, por efímera que sea.

Pero allá cada uno. Además, como decía el filósofo popular, “no digas nunca de este agua no beberé ni este cura no es mi padre

Impresiones en una estación de tren

La espera en la estación de tren es muy distinta que en el aeropuerto. La gente se comporta,nos comportamos, de diferente manera. Hay menos deambulatorios con el móvil y menos conexiones con portátiles.

Poca gente lee libros, se ven muchos más periódicos, y es más raro ver gente durmiendo.

Todos parecemos estar más expectantes, tener más prisa para que salga nuestro tren y los grupos alrededor de las pantallas de información son más numerosos. Hasta los mensajes que dan por los altavoces son más rápidos, apenas inteligibles.

Además están las maletas, los ferrovitas cargan con sus maletas. Grandes con ruedas, bolsas, mochilas de todos los tamaños y colores. Se puede jugar a inventar historias de viaje para las maletas y sus dueños. Esta pareja de chavales jóvenes con cara de cansados y dos grandes maletones a juego envueltos en plástico viene de Cancún, de su luna de miel. Esta señora mayor con cara triste y un bolso de nylon apenas aparejado viene del entierro de un familiar que ha muerto un poco por sorpresa, ha echado cuatro trapos a la bolsa y ha salido corriendo.

El grupo de los de corbata es más pequeño y muchos se ocultan en la Sala Club. También es más multicultural, salvo claro está la zona internacional de los aeropuertos. No me refiero a los empleados, que en ambos sitios son su mayoría inmigrantes, sino a los viajeros.

Luego dentro del tren es distinto. Aparecen como por encanto los artilugios electrónicos y son frecuentes las conversiones en el móvil. Ya no dice eso de que es mejor hablar en las plataformas. Los pasajeros tienen sus conversaciones cómodamente sentados en sus asientos con la documentación, papel o electrónica, en las bandejas delante de sus narices.

Por el rumor que me llega la mayoría de las conversaciones son sobre negocios: se cierran citas, se pregunta por los pedidos... Sólo cerca de la estación de destino se hacen llamadas más personales: estoy llegando en unos minutos te veo y esas cosas.

Una comercial de una empresa va sentada detrás de mi. Tras cerrar una cita, era interrogada por su interlocutor de porqué viajaba en tren en lugar de en avión. Ella contestaba que podía trabajar por el camino, hacer llamadas, conectarse por el ordenador, pierde menos el tiempo.

Pero no se ha dado cuenta de otra cosa, en tren se ven los paisajes. Vas viendo la diferencia entre los secarrales del centro y los colores más verdosos del norte, los depósitos de chatarra a lo largo de las vías ¿Por qué habrá tanta chatarra cerca de las vías de tren?

Me gusta viajar en tren y eso que no he contado lo de la precaución, por no decir miedo, que me dan los despegues y el dolor de oídos de los aterrizaje

Necesidad obliga

Telefónica ha tenido a bien cortar mi ADSL y la gestión de la incidencia bien podrá ser caso de análisis en otro artículo. La incomunicación internaútica sufrida me ha hecho replantearme el fin de semana, aunque no mucho, y me he dedicado mucho más al mundo de los bits.

Para empezar me fui al teatro. La cartelera presentaba “Un médico a palos” de Moliere y aunque a prioiri no me parecía una obra apetecible mejor que ver los cotilleos de la tele cualquier cosa.

Pese a que, como digo, yo no iba muy convencido y que el programa avisaba de una compañía cubana con inspiración sincrética y yoruba, acertamos. La comedia de Moliere estaba actualizada por Giraldo Moisés Cárdenas en una versión del clásico actualizado con notas subrealistas.

No voy a contar el argumento de la obra, de sobra conocido, ni los gags que lo actualizan y modifican, porque quitaría el factor sorpresa al futuro espectador. Tampoco sé hacer crítica teatral por lo que comparto aquí son las impresiones que me llevé de la representación.

La Compañía Cubana de Teatro Máscara Laroyé hace una interpretación correcta y creíble. Las morcillas que le pone al texto clásico son convenientes y actuales. Las referencias a los papeles de la inmigración, a la violencia de género o a otras cuestiones de moda no distorsionan el contenido original de la obra.

Los matices que introducen al reformar el papel de la bella enamorada dan una gracia y un sentido nuevo a la obra digno de agradecer sobre todo por el público más joven. También introducen apuntes musicales que, si bien no aportan nada por la calidad vocal de los intérpretes, dan ese toque de subrealismo que, al menos a mi, gusta mucho.

El único atrezo era una silla de madera. El vestuario simple y efectivo. La caracterización y maquillaje estaba en perfecta sintonía con la interpretación.

La entrada costaba 2 euros, es lo que tiene el teatro de pueblo subvencionado. Lo que me resulta más inexplicable es que el aforo no estuviera ni mediado. ¿Quizás telefónica debería cortar más ADSLs?